lunes, 7 de noviembre de 2011

Proyecto múltiple reúne a poetas, mineros y héroes

INTEGRACIÓN  
El arquitecto Alfonso Barrero tiene un proyecto que incluye a varios personajes y pretende integrar a tres países a través de la frontera desértica de Lo Lípez, en Potosí.   Alejandra Pau / La Paz - 15/10/2011

“Cultura en el espacio quiere decir cultura de un espíritu que no deja de respirar y sentirse vivo en él”, escribió el poeta y cineasta Antonin Artaud. Armado con estas palabras, más las experiencias de toda una vida, el arquitecto Alfonso Barrero desarrolló un proyecto que pretende revalorizar y unir la historia y el turismo en tres centros culturales que se ubicarán en la frontera de Bolivia, Chile y Argentina.
El nombre del trabajo es Cultura en el espacio / Volcanes y mineros, héroes y poetas- Valorizando la historia. El proyecto y el nombre están inspirados en los poetas Jaime Saenz y Guillermo Bedregal, considerados como grandes referentes de la literatura nacional.

“El objetivo de este trabajo está estrechamente ligado a conceptos y postulados de grandes hombres como Saenz o Villanueva, y a otros olvidados, para que sean revalorizados desde una perspectiva geográfica, en un proyecto de revisión de la historia con la escritura del libro Volcanes y mineros, héroes y poetas, que conforman la columna vertebral de Cultura en el Espacio”, señala Barrero.
También está incluido el ingeniero Alejandro Barrero, quien inspiró el proyecto gracias a la apertura y penetración de caminos en la zona de Lípez. Este hombre -también dedicado a la minería- diseñó e instaló a sus 24 años una industria de productos farmacéuticos, Quimbol Barrero, dedicada a la producción de los primeros inyectables de Bolivia.
Otro personaje incluido en el proyecto es Daniel Núñez del Prado, distinguido como héroe y luchador incansable contra la epidemia de la fiebre amarilla en el Perú. Fue ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de Narciso Campero.
Finalmente se incluye al arquitecto y pionero del urbanismo en Latinoamérica y el Mundo, Emilio Villanueva, que diseñó importantes edificaciones, como el Monoblock de la UMSA y el Hospital General.

Licancabur y el paso de Jama
La primera fase de la propuesta estaría ubicada en un área conocida como el Torreón de América, que comprende los volcanes Licancabur y Juriques, en la latitud sur extrema de Bolivia. Ahí, en la que una vez fue la mina Horsu, se pretende habilitar uno de los centros.
Es un lugar óptimo, según explica Barrero, ya que se encuentra en la Reserva Nacional Eduardo Abaroa y cerca al paso de Jama, punto fronterizo entre Chile y Argentina, en la provincia de Jujuy. Este punto se constituye en un sector estratégico del Corredor Bioceánico que une a puertos del Atlántico con los del Pacífico.

A medida que el proyecto tomaba forma, se establecieron tres lugares por la relación que tienen con los personajes del mismo: Aguas Calientes Torreón de América, ubicado en Sur Lípez, Potosí; Islani Bajo Valle, ingreso al Amazonas en Zongo, La Paz; y Santa María Magdalena en Cobija, Chile. La ruta también ayudaría a hacer un recorrido desde Bolivia hacia el mar.
En estos lugares se pretende plasmar edificaciones arquitectónicas concretas para establecer “unidades ecohumanas ambientales”, que sigan principios de respeto y convivencia con la naturaleza y el entorno.
El primer paso para el proyecto se dio en 2007, cuando se realizó en la Cancillería la presentación del Taller Amerindia, a través del cual en estos años se crearon nexos a nivel nacional e internacional en busca de apoyo.

La historia y un observatorio
Una serie de hechos, exposiciones y amistades impulsaron a Barrero a hacer algo más para dar a conocer facetas de personajes y de la historia boliviana como parte del patrimonio nacional.
Otra de las metas del proyecto es ser autosustentable con el establecimiento de las unidades ecohumanas y su apertura para fomentar el turismo y, a su vez, albergar a estudiantes y profesionales que quieran ser parte del Taller Amerindia.
Esta idea, hace nueve años, contemplaba también una parte científica con la instalación de un observatorio astronómico en la planicie que une a Chile y Bolivia, en Sur Lípez. Sin embargo, debido a la falta de atención de autoridades nacionales al proyecto, es Chile quien ahora ha establecido el telescopio más poderoso del mundo en su territorio.

Un proyecto de integración
El tema marítimo también está incluido en el proyecto ya que, como dice Barrero, “Chile y Bolivia tienen un pasado doloroso común, algo debería ser posible superar gracias a esta propuesta que pretende integrar a los dos países”.

“Sé que es un proyecto muy ambicioso, que requiere de un trabajo en conjunto, pero creo que es necesario integrarnos a través de la cultura y estar predispuestos de trabajar para rescatar parte de nuestra historia ”
, dice Barrero.


El desierto, la cultura y un proyecto que busca difusión
Para el arquitecto Alfonso Barrero el establecimiento de este proyecto en el área de la frontera con Chile representa el testimonio de la conquista del desierto más alto del planeta y también “sienta soberanía con humildad, en un medio natural considerado incluso por la NASA como uno de los más hostiles del planeta, pero también de una belleza extraordinaria”.
El proyecto Cultura en el Espacio pretende establecer en los Lípez un destino atractivo reaprovechando la infraestructura aún existente del ex poblado minero de Aguas Calientes. Todo esto sintetizado en un proyecto en el cual se da cuenta del lugar, su potencialidad y vocación.
“En este sentido, se debe dotar de infraestructura que identifique un territorio, en el cual hasta ahora no existen hitos urbano-rurales que contribuyan a estructurar claramente el territorio comunal y/o mancomunidades rurales de la región”, explica.

Barrero aún sigue en la búsqueda de atención de autoridades y entidades que hagan realidad el proyecto.

Llojeta, el lugar místico y poético de La Paz. Llojeta fue y es una fuente de inspiración y conocimiento para poetas y artistas en La Paz.      Alejandra Pau / La Paz - 01/10/2011
“Puentes que difunden tu soledad hacia los valles. Agujas donde los pájaros abandonan su sed. Ventisqueros en el niño que asciende pálidamente detrás de la tarde'” escribió el poeta Guillermo Bedregal García en Paso a Llojeta, refiriéndose a este lugar que ha inspirado la creación literaria y artística de quienes se dejaron encantar por sus místicos picos erosionados y sus formas caprichosas. Llojeta siempre fue más que una zona. Allí, entre esos senderos de subidas y bajadas se sentían la energía, la existencia, los lamentos, gritos y voces de toda la ciudad. Esta visión fue reflejada por otro gran poeta y escritor, Jaime Saenz. Él y Bedregal denominaban a este lugar “la magia”. 
Y es que desde Llojeta no sólo se ve, sino que se escucha. “Allí se oye el rumor de la ciudad, se intuye lo que hacen sus habitantes, cómo se mueven y qué anuncian”, señala Omar Rocha, docente de la carrera de literatura de la UMSA.

“Comarca del poniente” Para el académico, hablar de esta zona es remitirse necesariamente a estos dos poetas ya que en ese lugar ambos encontraron no sólo un motivo de escritura, sino una posibilidad de conocimiento poético, un encuentro y fusión con la ciudad de La Paz que tanto amaban. “Saenz llama a Llojeta la ‘comarca del poniente’, maravillosa imagen que muestra uno de sus atributos relacionados con la luz que otorga el sol que se va para ver la ciudad”, comenta.

Si alguien sabe de ello es el arquitecto Alfonso Barrero, que fue amigo y compañero de paseos de Bedregal y Saenz por aquellas montañas y cuyas fotos de Llojeta fueron tapa de la primera edición del libro de Saenz, La Piedra Imán.
Para él, Llojeta tiene una carga poética muy grande pues a inicios de la década de los años 70 sus puntas y su erosión la convertían en un monumento natural de conformación única, y que aún se mantiene en algunas áreas. “Hacíamos fotografías en el Cementerio de Llojeta, era clandestino en ese entonces y le daba una atmósfera muy misteriosa a la zona. 
Ahí Jaime (Saenz) oía el eco de la ciudad”, dice. Barrero, que fue cuñado de Bedregal, recuerda cuán importante era para el poeta Llojeta. En 1974 fue enterrado en aquel cementerio que frecuentaban y que hoy ya no existe.    
Remontándose al pasado en la sala de su casa y envuelto en la luz del atardecer que entra por su ventana, junto a la cámara alemana Zeiss Ikon de 1937 que pertenecía a Jaime Saenz, Barrero parece revivir los momentos que significaron la travesía de trasladar el cuerpo de Bedregal por unas gradas que parecían infinitas y que llegaban al cementerio. En ese entonces no existía un camino que sirviera para este fin.  
Y fue también en Llojeta donde el gran pintor potosino Cecilio Guzmán de Rojas se encontró con la muerte.